Investigador del Oxford Internet Institute y especialista en competencias digitales
Dos puntos de partida:
• ¿Qué pasa con los sistemas educativos y con el aprendizaje cuando se mueven de la infraestructura estable del siglo XX a la infraestructura líquida/abstracta del siglo XXI marcada por la tecnología?
• ¿Cómo se produce el aprendizaje en nuestro tiempo? Se han desdibujado los límites del aprendizaje y, además del aprendizaje formal, existe uno constante, que se adquiere en diferentes contextos de la vida y que trasciende el formal. Este aprendizaje informal o no formal es muy importante, pero es difícil de cuantificar, valorar o plasmar en un currículo. Es el aprendizaje invisible.
Diez reflexiones sobre el aprendizaje invisible
1. En general se acepta el discurso pro tecnología, pro innovación. Pero a la hora de establecer las estrategias para utilizar la tecnología, los resultados no siempre son positivos. Parece que la tecnología en sí misma, sólo utilizándola, tiene que resolver sola los problemas de la educación, pero no es así. Cobo considera que hacen falta voces críticas sobre el uso de las tecnologías.
2. Es arriesgado y poco fiable aplicar soluciones rápidas para mejorar la educación. Si se introducen cambios tecnológicos en educación (son soluciones rápidas) pero no hay también un cambio cultural (que no se alcanza de forma rápida), los resultados no serán los deseados. Por ejemplo, se tiende a imitar a los países nórdicos, que consiguen tan buenos resultados educativos; pero es un error querer aplicar sus soluciones en contextos sociales y culturales distintos de los de ellos.
3. Hay necesidad de diversificar las instancias de formación, que haya maneras más flexibles de aprender. Se demuestra que el mundo laboral premia a las personas que se forman constantemente con una educación no formal. Un ejemplo de formación más flexible es la universidad de igual a igual (peer-to-peer), en la que todos aportan conocimientos, en línea. En esta universidad, empresas relacionadas con el ámbito que se estudia son las que dan los certificados.
4. Se sigue dando mucha importancia a la acumulación de conocimiento, en un momento en que se demuestra que es más importante la flexibilidad. Las universidades siguen entendiéndose como hoteles que te lo sirven todo y no como laboratorios donde se experimenta, se comparten experiencias y existe tolerancia con la equivocación porque es una forma de aprender.
5. El currículum ya no es la llave maestra, porque no refleja todo el aprendizaje no formal que realiza el individuo ni el mapa de competencias y habilidades, las llamadas competencias blandas (creatividad, innovación, flexibilidad, por ejemplo).
6. Hay que crear mecanismos para evaluar las competencias blandas. Ya hay algunas iniciativas. La OCDE realiza el estudio PIAAC, en el que evalúa las competencias de los adultos, y una de las cuestiones que analiza es la capacidad de utilizar la tecnología para resolver problemas complejos (lo importante no es utilizar el aparato tecnológico sino saber aplicar sus potencialidades en cuestiones complejas). Otro ejemplo son los sistemas educativos que consideran las prácticas en empresas necesarias para el currículo básico (incluso en la secundaria). Las prácticas profesionales obligan a encontrarse con casos reales, a trabajar en grupo, a desarrollar las competencias blandas.
7. Hay que implantar institucionalmente instrumentos para reconocer los conocimientos y habilidades alcanzados por vía no formal. No hay que pensar que la educación formal debe desaparecer, pero es cierto que la formación se produce de forma voluntaria y también involuntaria, en contextos formales y en contextos no formales. Por ejemplo, se puede adquirir conocimientos utilizando las redes sociales, o viajando o debatiendo algún tema de manera informal tomando un café. El mundo laboral ya valora toda esta experiencia no formal.
8. Hacen falta sujetos híbridos digitales-analógicos que sean capaces de traducir conocimiento de un ámbito a otro y que sean capaces de conectar conocimientos.
9. La tecnología se introduce con mucho énfasis en el mundo educativo, pero no se persevera, para alcanzar resultados, en enseñar a domesticar la tecnología. Antes la fractura digital se producía por tener acceso o no a la tecnología. Ahora existe una segunda fractura, que se produce entre los que saben sacar partido de las tecnologías y los que no. Y esta fractura tiene mucho que ver con diferencias socioculturales y económicas.
10. Hay que redefinir las estrategias de introducción de la tecnología. Ya no es tan importante la conectividad electrónica (e-connectivity) como la madurez electrónica (e-maturity). La tecnología parecía el caballo de Troya que tenía que revolucionar la educación y no ha sido así. La tecnología debe ir acompañada de un paraguas de competencias: habilidades tecnológicas, capacidad de renovación, capacidad de distinguir la información de valor.
Las reflexiones de Cristóbal Cobo forman parte de su próximo libro Aprendizaje invisible, que ha escrito con John Moravec y que se publicará el 10 de abril.
Alternativas a la segregación escolar en Estados U...
Gary Orfield |
La competencia lectora, una clave para el aprendiz...
Isabel Solé |
Evolución de las políticas de educación prioritari...
Jean-Ives Rochex |
Los textos publicados en esta web están -si no se indica lo contrario- bajo una licencia Reconocimiento - No comercial - Sin obras derivadas 3.0 España de Creative Commons. Puede copiarlos, distribuirlos, comunicarlos públicamente siempre que reconozcan los créditos de las obras (autoría y la institución que los publica). No pueden hacer uso comercial ni obras derivadas. La licencia completa se puede consultar en http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/es/deed.es