Brasil es la decimoquinta potencia económica del mundo, pero también es la septuagésima primera en educación.
La historia de Brasil es convulsa, con doscientos años de esclavitud, setenta años de dictadura y una república desde entonces, pero siempre con claras desigualdades entre ricos y pobres. Tiene que hacerse una auténtica revolución educativa en Brasil. Para el ponente, la educación es la única forma de construir un país moderno, solidario y eficiente. Sus objetivos eran la eliminación del analfabetismo, la garantía de la escuela pública de calidad para todos los niños a partir de cuatro años, la formación del profesorado, la modernización de las escuelas y de los métodos de enseñanza (incluyendo la educación a distancia) y una reforma de la universidad brasileña, para que fuera capaz de responder a los retos éticos y técnicos del siglo XXI.
La revolución puede hacerse. Un país con veinte millones de analfabetos no tiene que sorprenderse de resolver el problema educativo, cuando tiene cien millones de alfabetizados adultos, tres millones de estudiantes universitarios y un millón y medio de profesores.