Daniel Pennac fue un alumno con una discapacidad conocida como disortografía que le mermaba la capacidad de retener información y era poco apto para el aprendizaje de lenguas, tanto la propia como extranjeras. Es decir, no fue un alumno brillante sino más bien lo contrario.
Gracias a la educación que tuvo y al apoyo de sus maestros, supo superarlo y ha acabado convirtiéndose en profesor y escritor.
En esta ponencia, que explica el argumento de su libro Mal de escuela, realiza un homenaje a los educadores y a los niños que siempre han sido los últimos de la clase, narrado desde su propia experiencia.
Pennac mezcla así recuerdos autobiográficos y sus reflexiones sobre la pedagogía y las disfunciones de la institución escolar, sobre el dolor de ser un mal estudiante y la sed de aprendizaje, sobre el sentimiento de exclusión y el amor a la enseñanza. Con humor y ternura, análisis críticos y fórmulas efectivas, ofrece una brillante y sabrosa lección de inteligencia.